En este momento existen una gran cantidad de comunidades de vecinos que se plantean la rehabilitación de las zonas comunes de sus edificios por un problema de envejecimiento de las mismas y en gran número de ocasiones se enfoca la rehabilitación como un mero ejercicio de lavado de cara, sin tener en cuenta que se trata de una ocasión única para dotarlas de accesibilidad para siempre.
Cierto es que la crisis ha dejado a muchos hogares sin las posibilidades económicas de asumir una obra de este tipo, que conlleva un coste económico mayor que si solamente se plantea un saneo del espacio.
Es verdad, el coste de eliminar barreras arquitectónicas siempre es superior de lo que suponen trabajos más ligeros de cambio de pavimento y pintura, pero nuestra mirada debe ir más allá. Siempre hay personas en la comunidad que ya precisan de esta accesibilidad, pero es que todos, no lo olvidemos todos, necesitaremos en algún momento estas mejoras, la eliminación de escalones incómodos o en ocasiones impracticables.
Es una oportunidad única, al plantear la rehabilitación de los elementos comunes de un edificio de vecinos, el realizar los trabajos necesarios para que todos esos espacios de usos comunitarios respondan verdaderamente a los principios de accesibilidad que requiere una sociedad moderna y avanzada como la nuestra.
No se puede plantear la rehabilitación de un zaguán pensando que la colocación de rampas estrechas, angostas y de pendientes imposibles va a solucionar los problemas de las personas mayores con una movilidad menguada y en ocasiones inexistente. Es más, hay que pensar que en unos años o incluso antes, si se produce un problema de enfermedad o un accidente, esta necesidad de accesibilidad puede ser nuestra.
Hay muchas personas que cuando se plantea una obra de este tipo en su edificio sólo ven las molestias y el coste económico que les va a suponer, sin tener en cuenta que todo lo que se haga ahora se lo ahorrarán en un futuro, porque es lógico comprender que con el avance social es algo que tarde o temprano habrá que asumir.
Es una muestra de egoísmo pensar que como nosotros no lo necesitamos en este momento no hay ninguna necesidad imperativa de hacerlo; es verdad, desde esta óptica no existe una necesidad imperativa, pero es una muestra de solidaridad con las personas que sí que lo precisan el aceptar la necesidad de estas mejoras.
La solución podría ser el organizar los trabajos por orden de prioridad e ir secuenciándolos en el tiempo según su grado de importancia; es mucho más importante la eliminación de barreras definitivamente que la colocación de determinado pavimento, revestimiento o la pintura de la escalera. Que un técnico realice un proyecto, que se valore y que se programen los trabajos en función del dinero disponible, pero que una vez terminados sean unas instalaciones bien planteadas, bien ejecutadas y con garantías de prolongar su utilidad a lo largo del tiempo. No olvidemos que en arquitectura la eliminación de obstáculos de dudosa accesibilidad siempre, repito siempre, redunda en beneficio de todos.