A LA AUTONOMÍA POR LA EDUCACIÓN

Bajo los parámetros actuales con los que se observa la discapacidad, conceptos como autonomía y dependencia resultan contrapuestos en su significado, pero son complementarios para llegar a comprender aquel complejo mundo.

Se deben rechazar las posiciones paternalistas que, sin  duda, han quedado obsoletas en el tiempo; siempre hay que buscar la autonomía de las personas, incluso cuando se den las mayores limitaciones y parezca imposible llegar más allá. No se debe minusvalorar la capacidad del ser humano para hacer frente a sus propias barreras.

Para ello cuenta la sociedad con distintas herramientas, pero siempre la educación, como intención y como acción, se debe enfocar a reforzar la autonomía, para así limitar en lo posible la dependencia. El desarrollo  y la promoción de la libertad y la autonomía es precisamente la gran meta de la acción educativa.

La educación, como elemento básico en la sociedad moderna y desarrollada, es una realidad compleja y no tiene una única finalidad. Junto a la función económica y de formación profesional tiene una clara función social, sin duda muy importante; la promoción  de las personas, en todas sus dimensiones, para ayudarles a vivir plenamente, tanto en el plano individual como en el colectivo, con una participación completa de las personas con discapacidad en todos los aspectos de la vida.

La acción educadora se convierte en un recurso más para desarrollar la independencia, de las personas con discapacidad en entornos accesibles, ya que implica una acción comprometida con las personas, en su globalidad, para la búsqueda de un proyecto de vida.

Son estas personas con discapacidad quienes han de asumir la responsabilidad y el protagonismo en todo aquello que concierne a sus vidas, negándose a aceptar una función de seres dependientes y estando comprometidos en la lucha para tener más poder en las cuestiones que les afectan.

Habría que plantearse si las personas se convierten en discapacitadas debido a sus insuficiencias físicas o mentales o por la configuración de una sociedad diseñada por y para personas no discapacitadas.

En la mayoría de las ocasiones las barreras están más en la sociedad que en las personas.

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