POR HÁBITO
Ahora que el aumento de las temperaturas y el mayor número de horas de sol pronostican que, indudablemente, el verano se acerca, es cuando mejor podemos iniciar una actividad física que nos sirva como medicina preventiva, ante el declive que acarrea el ir cumpliendo años.
Como todos los buenos propósitos que se realizan en determinadas épocas del año, es mucho más fácil iniciarlos que perseverar en ellos, ya que esa motivación ilusionada del principio es lo que te hace comenzar y el establecer un hábito es lo que te ayuda a continuar.
¿Pero cómo logro establecer ese hábito saludable para la realización de ejercicio físico continuado? Ésta es una buena pregunta y está íntimamente relacionada con la fuerza de voluntad que a lo largo de la vida haya desarrollado cada persona. Es verdad que es muy fácil iniciarse en la práctica del deporte, los inicios siempre son explosivos y durante los primeros días nos encontramos pletóricos, pero cuando nos abandona la fuerza de la novedad, entonces ya empieza a ser otra cosa, siempre hay algo mejor que hacer y siempre hay algo que nos imposibilita hacerlo, te dices “bueno ya iré mañana”.
Siempre digo que para ser constante en la práctica de una actividad física, del tipo que sea, lo mejor es tomárselo como una obligación más, no empezar a pensar si me apetece hoy o no me apetece, sino simplemente hacerlo, como hay que ir a trabajar aunque no nos apetezca.
Si dejamos el ejercicio sólo para cuando nos apetezca o nos venga bien, la rutina se irá espaciando hasta que deje de ser rutina y entonces ya no responde a la actividad continuada y el ejercicio constante que verdaderamente nos beneficia, sino que será una actividad puntual; que no es que esté mal, no está mal jugar al pádel dos veces al mes, pero no es algo que nos vaya a reportar grandes recompensas.
El ejercicio constante, junto con una dieta sana y adecuada, previene un gran número de enfermedades; hipertensión, cardiopatías, obesidad, diabetes, osteoporosis, depresión y ansiedad. Te ayuda a mejorar el equilibrio, la sensación de bienestar, la sociabilidad, la fuerza física, evitando la oxidación que causa el envejecimiento y se previenen problemas de memoria. El deporte proporciona seguridad y agilidad, aumenta la autoestima y rebaja el nivel de ansiedad, lo que ayuda a estar más relajado y dormir mejor, mejorando el humor y la imagen.
Pero esto no vale si nos compramos las zapatillas para salir a correr y están nuevas en el armario o si nos apuntamos al gimnasio y vamos una vez a la semana.
No dedicarle demasiado tiempo al principio para no quemarnos, adecuar el ejercicio a nuestra condición física y sobre todo obligarnos a continuar hasta que hayamos establecido el hábito, son pautas que nos pueden ayudar a mantener la constancia. Esto y ser consciente que la práctica de ejercicio físico es una inmejorable inversión de futuro.
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