ATLETAS DE LA SUPERACIÓN

Si hay unos deportistas que siempre tienen el mayor de mis respetos y de mi reconocimiento, éstos son los atletas con algún tipo de diversidad funcional. Atletas, con todo el significado que tiene esta palabra, atletas en el deporte pero también, y sobre todo, en la vida.

Como amante del deporte que soy, de cualquier deporte, reconozco y admiro el tiempo, esfuerzo y dedicación que se le debe dedicar para llegar a obtener unos resultados que se puedan considera aceptables. Me impacta profundamente y me produce una absoluta admiración el ver a personas con discapacidades, algunas de ellas verdaderamente severas, luchando por la consecución de un triunfo deportivo.

Todos sabemos cómo se llega a ser un deportista de élite, unas facultades físicas innatas, una indudable  disposición a la entrega y el sacrificio, una afición temprana  y algo de suerte, es la fórmula que puede llevar a una persona a lograr buenos resultados.

Pero ¿cómo se llega a ser un deportista de élite cuando sufres una diversidad funcional? En algunas situaciones ya eran deportistas de cierto nivel antes de encontrase con la discapacidad,  por lo que ya conocían la recompensa del sacrificio, pero en la mayoría de las ocasiones eran personas que ni siquiera incluían el deporte en su plan de vida habitual.

A veces la discapacidad nació con ellos, o llegó a su vida en su primera infancia, otras veces apareció como producto de una enfermedad o un desgraciado accidente. Y a partir de ese momento se empezó a forjar el atleta, en búsqueda de la superación de sus propias limitaciones, de la mejora de sus condiciones físicas, a base de entrenamiento, tesón y voluntad.

A mí, personalmente, me admiran estas historias de superación personal, de esfuerzo y de entereza ante la desgracia, y aunque para algunas personas no tienen demasiado interés porque no se logran las marcas y registros que se consiguen con atletas sin discapacidades, quiero resaltar lo que representa para todos el que existan deportistas de estas características.

No sólo por la normalidad y naturalidad que se transmite con ello, no sólo porque hacen visibles a los ojos del mundo a unas personas que en ciertas sociedades parece que no existan, sino porque expone ante la sociedad una serie de historias de valentía, de fuerza ante la adversidad, de búsqueda de calidad de vida y transmite una cantidad de valores humanos que pueden ser formativos para todos en general y para los jóvenes en particular.

Por todo ello mi aplauso y reconocimiento para los que desde el anonimato luchan cada día, todos los días, por superar las dificultades añadidas que tienen en sus vidas y nos dan, a todos, una lección tras otra de valor, voluntad y dignidad.

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