UNA DECISIÓN DIFÍCIL

Cuando se presenta en una familia la necesidad de incorporar un cuidador para la atención de alguno de sus miembros da comienzo una situación que en muchas ocasiones puede ser complicada de resolver.

En un primer momento se suele barajar la opción de repartir la tarea entre los miembros de la familia, pero esto no siempre es posible por las obligaciones diarias que todos tenemos; es entonces cuando se acepta como punto de partida el que se debe contratar un cuidador profesional. Llega entonces el primer problema a abordar, que no es otro que contar con recursos económicos suficientes para hacer frente a la incorporación del trabajador. No es ésta una cuestión superficial, ya que las ayudas por parte de la Administración son, cuando se dan, claramente insuficientes y por tanto hay que asumir el coste laboral del empleado con todas sus consecuencias, retribución, pagas extras, vacaciones, seguridad social y todas las complicaciones inherentes a la contratación de personal.

Por otra parte y como suele ocurrir cuando la decisión debe ser tomada por varias personas, los familiares del enfermo o dependiente, la situación se complica por la dificultad de poner de acuerdo a todos los actores. Pero no sólo esto, suele ocurrir en un alto número de ocasiones, que una vez puestos de acuerdo todos los miembros de la familia y aceptada la situación –  la contratación y el coste económico que se debe asumir con la misma – sea la propia persona dependiente, que sin ser totalmente consciente  de su situación o aun siéndolo, la que se niegue de todas las formas posibles a tener que aceptar en su domicilio la presencia de una persona extraña cuya ayuda cree que no necesita, o aun asumiendo que la necesita pretenda que se la preste su propia familia, sin tener en cuenta la dificultad de un compromiso de este tipo cuando se tienen trabajo, hijos y multitud de obligaciones todos los días.

Verdaderamente no es una solución sencilla y puede ser la causa que genere tensiones añadidas en una familia que ya de por sí se encuentra desbordada por la situación.

Ante ello, la única solución es mantener unido el bloque familiar y tomar las decisiones con la prudencia y la mesura necesarias, intentando recurrir a la persuasión cuando el momento lo permita pero también teniendo muy presente que estas situaciones siempre tienden a empeorar, es ley de vida, y que, por mucho que duela, hay veces que sólo hay un camino.

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *