LOS GRANDES OLVIDADOS
La sociedad va estando cada vez más mentalizada con el tema de la accesibilidad, principalmente cuando se trata de medidas físicas que contribuirían a hacer las ciudades más amables, además de facilitar la vida diaria de las personas con discapacidades físicas que afectan a la movilidad.
Sin duda, en los últimos años, se ha avanzado mucho en este campo. No solamente en el ámbito de las normativas que afectan al funcionamiento de locales o de organismos públicos, sino también, y esto es lo más importante, en el ámbito de la concienciación ciudadana, aunque todavía se puede y se debe seguir avanzando.
Pero este avance ya no es tan significativo cuando se trata de la eliminación de las barreras referentes a la comunicación, que afectan a las personas con discapacidades físicas en el campo de la visión y que son también las más desconocidas.
El acceso igualitario a la cultura y a la información es todavía una realidad muy lejana ya que las personas con discapacidades visuales no pueden acceder a la cultura ni disfrutarla en igualdad de condiciones.
No solamente eso, yo recuerdo que hace años en mi ciudad se popularizaron, por supuesto sólo en algunas zonas elegidas, los semáforos sonoros; para que las personas con problemas de visión pudieran saber cuándo podían cruzar la calle y cuándo no. Pues bien, en este momento, han pasado a la historia, al menos yo hace mucho tiempo que no escucho ninguno.
Quiero que pensemos en dos cosas, por una parte lo que puede suponer que hoy cuando vuelvas a casa tengas que hacer el recorrido con los ojos vendados y la única ayuda de un bastón. Pero además de esto, que no tengas la posibilidad de acceder a los medios de comunicación escritos, ya que no existen versiones braille ni sus páginas web son accesibles, que no puedas tampoco acceder al patrimonio cultural, ni a la información de administraciones, instituciones ni entidades culturales por los mismos motivos, que no puedas usar las bibliotecas, y esto por no excederme en los ejemplos ya que se podrían enumerar muchos más.
Es urgente que se tomen las medidas oportunas y que se comience a inculcar en la sociedad las necesidades de un colectivo que, aunque muchas veces ni los veamos, están ahí y deben gozar de los mismos beneficios que el resto de la población y para los que el derecho fundamental del acceso a la cultura no es real en estos momentos.
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