CONTRA LAS CUERDAS

Opino que la figura del cuidador se debe parecer, cada vez más, a la de un entrenador personal, lo que ocurre es que este entrenador no se limita a preparar una rutina de ejercicios y una dieta para ponernos en forma. Las labores de este entrenador deben llegar más lejos; puede ser que les active para realizar algún tipo de ejercicio físico, es posible que les aconseje acerca de la mejor forma para superar un obstáculo, pero sobre todo les debe ayudar a ver. A ver que se pueden conseguir los objetivos a pesar de la discapacidad, a ver que una persona puede llegar donde se proponga gracias a la entereza y la fuerza de voluntad y a ver que una persona con discapacidad puede tener una vida plena, completa y feliz.

No me gustan los cuidadores que dedican su trabajo a evitar que la persona con discapacidad se esfuerce por recuperar, en lo posible, su autonomía. No me gustan los cuidadores que se transforman en un mero acompañante, que no pautan la actitud que puede hacer que se vea la vida de forma diferente.

Un cuidador como debe ser va a detectar las necesidades antes que la propia persona a la que cuida, para adelantarse a sus requerimientos y poder actuar en consecuencia. No se trata de evitarle todo tipo de esfuerzos, al contrario, al igual que un entrenador deportivo reclama esfuerzo y superación para lograr los objetivos, un cuidador de personas con discapacidad debe reclamar esfuerzo y superación para encarar la adversidad de la discapacidad y lograr que se recuperen y se mantengan la mayor autonomía e independencia.

La figura del cuidador debe ser algo similar a la figura del entrenador de boxeo cuando se acerca al rincón de su pupilo, proporciona serenidad y recursos para responder a las dificultades del combate y del rival con el que se compite; en nuestro caso el combate se establece con la discapacidad y el cuidador debe transmitir el convencimiento de lo que se puede y debe conseguir, así como pautas de comportamiento y de actuación que ayuden a solventar los retos y dificultades diarias.

Cuando una persona con discapacidad se encuentra contra las cuerdas, derrotado y casi vencido, un cuidador, un buen cuidador que conozca su trabajo puede facilitar los recursos físicos y psicológicos para conseguir que la situación se revierta y donde antes sólo había derrota y frustración se pueda empezar a vislumbrar por parte de la persona con discapacidad que sí hay futuro, que siempre hay futuro y que con entereza, pasión y dedicación todas las personas pueden lograr sus objetivos y mejorar decisivamente su calidad de vida y su predisposición ante el futuro.

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