SABER ENCARARLO

De todas las situaciones difíciles y complicadas a las que te enfrentas a lo largo de la vida, hay una para la que ninguno estamos preparados y ésta es la de padecer una situación de dependencia cuando llegamos a una cierta edad.

Durante la vida te van preparando para encarar todo tipo de situaciones a las que uno deberá hacer frente con su determinación, fuerza de voluntad, carácter y toda la relación de habilidades que una persona va adquiriendo. Parece que una vez que te has formado, has conseguido un trabajo estable y has establecido unas relaciones personales y afectivas duraderas, ya lo tienes todo hecho.

Pero no es así, aunque no todas las personas, sí un amplio porcentaje deberá enfrentarse en las últimas etapas de su vida a una situación de indefensión y dependencia, que no todos los individuos asumen de igual manera.

La medicina ha progresado de una forma exponencial, la esperanza de vida se ha alargado de forma considerable y aunque se consigue mantener a las personas con vida durante más años, en un gran número de ocasiones esto no va acompañado de un deseo real de vivir la vida por parte del paciente.

Muchas de estas personas consideran que ya lo tienen todo hecho y que no queda sino esperar la muerte. Esto no debería ser así, ya que el prolongar la vida a nivel físico se debería complementar con alargar la vida también en el ámbito de la felicidad y el interés por seguir haciendo cosas, a pesar de que nuestro físico no permita las mismas actividades que se tenían cuando se era más joven.

Pienso que el desarrollo de la medicina en la mejora de la situación vital de las personas mayores, debería ir acompañada de una mejora específica de su motivación ante las dificultades que deben afrontar diariamente.

El lograr prolongar la vida, en unas condiciones dignas, no debería suponer únicamente que esa persona contará con más años para esperar su final en la cama o sentado en un sillón delante de la televisión. El trabajo de su motivación y de su ilusión por continuar haciendo cosas, dentro de sus limitaciones, debería ser una parte fundamental de la atención médica a las personas mayores que padecen una situación de dependencia.

Porque ¿qué sentido tiene alargar la vida si ésta no reporta ninguna recompensa?

Se debe intentar evitar que el hastío al que se puede ver abocado el paciente, debido a su situación, se apodere de su día a día y fomentar el principio de que mientras queda vida por delante quedan también cosas gratificantes que extraer de ella.

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