EL ESTRÉS DEL CUIDADOR
Continuamente escuchamos comentarios sobre el estrés, todos estamos de alguna forma influidos por él; el ritmo de vida, los problemas laborales, más aún en este momento de incertidumbre, y las prisas de esta sociedad agobiante son un caldo de cultivo ideal para que germine este mal de los tiempos modernos.
Si con una condiciones de vida normales es extraño la persona que no lo padece o lo ha padecido en algún momento, mucho más si por trabajo u obligación te encuentras en la tesitura de cuidar a una persona que, por edad o enfermedad, presenta problemas que precisan de asistencia y cuidados; tarea delicada que puede llevar a generar lo que se conoce como el estrés del cuidador.
Para prevenirlo o sobrellevarlo no existen fórmulas mágicas, cada persona en función de su carácter o disposición lo maneja de mejor o peor manera. Pero sí que existen una serie de principios que pueden resultar útiles en su aplicación.
Sin duda que lo primordial en estas situaciones, como en casi todas, es mantener una vida sana, procurando realizar una actividad física diaria aunque sea en un corto espacio de tiempo, cuidando la dieta y durmiendo lo suficiente. Conservando, en la medida de lo posible, el sentido del humor y desdramatizando las situaciones ya que nuestra condición humana normalmente tiende a magnificar los problemas.
Es importante reservar algo de tiempo para uno mismo, intentando no descuidar del todo la vida social, aunque ésta se reduzca a la mínima expresión, no cayendo en el aislamiento absoluto.
No se debe pretender ser el cuidador perfecto como nadie lo es en ninguna de las facetas de la vida. Piensa en lo que puedes cambiar y céntrate en ello, olvidando lo que es inamovible; quizás no puedas cambiar un comportamiento del enfermo pero sí tu reacción ante el mismo.
Al igual que en cualquier trabajo la mejor manera de evitar el estrés es el control de las situaciones, cuando los acontecimientos nos sobrepasan es cuando aparece, por lo que hay que procurar ser lo más organizado posible; fíjate objetivos accesibles, marcando pequeños pasos para la consecución de tareas más grandes y organiza tu tiempo estableciendo prioridades, haciendo listas en las que se puedan reflejar los progresos para ser plenamente consciente de tu capacidad de ejecución.
A pesar de todas las dificultades procura no caer en el desánimo, manteniendo una actitud activa para la resolución de problemas; evitando, ante éstos, reacciones de rabia e impotencia que no te llevan a ninguna parte.
Y sobre todo y llegado el momento sé capaz de pedir y aceptar ayuda.
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