BARRERAS PRIVADAS
Ahora que tanto se habla y se escribe sobre la Accesibilidad Universal, me llama la atención que únicamente se pretenda unificar criterios en cuanto a la eliminación de barreras arquitectónicas en espacios públicos, con la seguridad de que lo que facilita la vida del “discapacitado” también redunda en una mayor calidad de vida del “capacitado”. A ello se dedican todos los esfuerzos, pero nadie se plantea el unificar criterios en la accesibilidad interior de las viviendas.
Actualmente la ejecución de las edificaciones residenciales se realiza siempre siguiendo los criterios estándar de capacidad, esto es se proyecta y se construye para personas con todas sus capacidades funcionales intactas y cuando se cuenta con alguna diversidad funcional, la adaptación de la vivienda a estas necesidades especiales se realiza con una inversión privada del propietario de la misma.
Y ¿por qué si se están unificando criterios para la eliminación de obstáculos en espacios públicos no se hace lo mismo en los espacios privados?
Claramente el aprovechamiento de las superficies es más sencillo cuando no existen requerimientos especiales para la movilidad, que obligue a anchuras sobredimensionadas de pasillos y paso de puertas. Pero un mínimo de variabilidad en estos aspectos, facilitaría la adaptación de un piso estándar para una persona con movilidad reducida o que incluso precise de una silla de ruedas para sus desplazamientos.
Se deberían contemplar unos aspectos mínimos que no supondrían grandes esfuerzos proyectuales o mermas en el espacio destinado a estancias útiles y que facilitarían sustancialmente la adaptación de estas personas con diversidad funcional.
La amplitud del paso de puertas, las puertas correderas cuando fueran necesarias, la desaparición de obstáculos para acceder a la ducha, la facilidad de acceso a los aparatos sanitarios, la racionalización en la organización del interior de los armarios, la implementación de una domótica básica…
Es decir, pequeñas mejoras que redundarían en beneficio de todas las personas, en el momento de plena capacidad y más aún cuando los años u otros factores generen cierta incapacidad, no obligando a costosas reformas que no siempre son asumibles para eliminar las barreras privadas.
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